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Córdoba, con su rica y diversa historia, está repleta de monumentos y leyendas fascinantes que reflejan la mezcla de culturas que han pasado por la ciudad.

La capilla de San Bartolomé

La Capilla de San Bartolomé es una joya del arte mudéjar que data del siglo XV. Se encuentra dentro del histórico complejo de la Universidad de Córdoba, específicamente en lo que antes era el Colegio de San Bartolomé para estudios de Medicina y otras ciencias. Esta capilla es un
ejemplo excepcional de la arquitectura religiosa mudéjar en Córdoba, destacando por su decoración y por ser uno de los pocos ejemplos de este estilo que se conservan en la ciudad. Es notable por su estilo mudéjar, que se caracteriza por la utilización de técnicas y motivos decorativos islámicos en contextos cristianos. Esto se refleja en su uso de arcos de herradura, lacería y azulejería.

Los molinos del río Guadalquivir

Los molinos del río Guadalquivir en Córdoba son una serie de estructuras históricas que datan de la época medieval, cuando la ciudad era uno de los centros más importantes del Al-Ándalus islámico. Estos molinos se utilizaban principalmente para moler grano, aprovechando la
corriente del río Guadalquivir para activar sus mecanismos. Con el paso de los siglos, algunos de estos molinos también se adaptaron para otros usos, como batanes para el tratamiento de textiles. Estos molinos son parte integral del paisaje cultural de Córdoba y testimonian la
importancia del Guadalquivir como fuente de vida y desarrollo económico a lo largo de la historia de la ciudad. Durante la época musulmana, la ingeniería hidráulica alcanzó un nivel muy avanzado, como lo demuestran estos molinos, que permitían una gestión eficiente de los recursos hídricos para la agricultura, la industria y el consumo doméstico.

El templo romano de Claudio Marcelo

El templo se encuentra en la calle Claudio Marcelo, cerca del Ayuntamiento de Córdoba, y forma parte del conjunto arqueológico del foro romano de la ciudad, que era el centro neurálgico de la vida pública en la época romana. El Templo Romano de Córdoba, conocido también como el Templo de Claudio Marcelo, es un importante vestigio de la presencia romana en la ciudad. Este templo es uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura romana en España y ofrece una ventana al pasado imperial de Córdoba, que fue una de las principales ciudades de la Hispania Romana. Se cree que su construcción data del siglo I d.C., durante el reinado del emperador Claudio, aunque fue dedicado a la adoración imperial, práctica común en el Imperio Romano para rendir culto al emperador y a su familia como divinidades. El templo fue redescubierto en el siglo XX durante unas obras de ampliación del Ayuntamiento. Su hallazgo fue crucial para entender la magnitud y la importancia de Córdoba en la época romana. Desde entonces, se han realizado esfuerzos significativos para su conservación y estudio, lo que ha permitido recuperar y exponer al público una parte importante de la historia de la ciudad.

Ruta de las Iglesias Fernandinas

La Ruta de las Iglesias Fernandinas es un itinerario cultural y religioso que recorre algunas de las iglesias más significativas de Córdoba. Estas iglesias, conocidas como «Fernandinas», deben su nombre al rey Fernando III de Castilla, «el Santo», quien las mandó construir o reconstruir tras la conquista de Córdoba a los musulmanes en 1236. Este conjunto de iglesias representa un importante legado del arte románico y gótico en la ciudad, aunque también presentan elementos mudéjares, reflejo de la convivencia de culturas en la Península Ibérica. Recorrer las iglesias fernandinas permite a los visitantes descubrir la historia medieval de Córdoba, admirar la belleza de su arquitectura y entender la complejidad cultural de la región. Muchas de estas iglesias están activas y celebran servicios religiosos, mientras que otras han sido adaptadas para uso cultural o turístico.

Este itinerario de lunes a viernes es una excelente manera de explorar el casco histórico de Córdoba, disfrutando no solo de las iglesias, sino también de las plazas, calles y barrios que las rodean, cada uno con su propio encanto e historia.

El Cristo de los Faroles

El Cristo de los Faroles es uno de los monumentos religiosos más emblemáticos y queridos de Córdoba. Se encuentra en la Plaza de los Capuchinos, un rincón tranquilo y evocador de la ciudad, y debe su nombre a los ocho faroles que lo iluminan por la noche, creando una
atmósfera de recogimiento y devoción. El Cristo de los Faroles fue creado en el siglo XVIII, específicamente en 1794, por el escultor cordobés Juan Navarro León. La imagen representa a Cristo crucificado y fue erigida por voluntad de fray Diego José de Cádiz, un capuchino muy
venerado en la ciudad. La iniciativa de colocar faroles alrededor de la cruz provino del propio fray Diego, quien deseaba que la imagen de Cristo estuviera siempre iluminada, sirviendo de guía y consuelo para los fieles. Y no está exento de su leyenda.

¨ La leyenda dice que un fraile capuchino, que solía rezar todas las noches ante una cruz en esta plaza, fue asaltado por ladrones. Milagrosamente, se iluminó una intensa luz que ahuyentó a los asaltantes, salvando al fraile. En agradecimiento, se colocaron faroles alrededor de la cruz, dando origen a su nombre actual y convirtiéndose en uno de los rincones más emblemáticos de Córdoba¨

El caimán del santuario de la Fuensanta

Seguimos con más leyendas. El Caimán del Santuario de la Fuensanta es una leyenda popular y un elemento curioso dentro del patrimonio cultural de Córdoba. Según cuenta la tradición, este caimán fue un regalo de un capitán de la Armada a la ciudad de Córdoba en el siglo XVIII, después de regresar de América. La historia se ha convertido en parte del folclore local y tiene varias versiones, pero todas giran en torno a un caimán (o cocodrilo, según algunas versiones) y su conexión con la ciudad.

¨Una de las versiones más populares de la leyenda cuenta que el caimán fue capturado por un joven cordobés en las Indias y regalado a la ciudad como muestra de agradecimiento por haber sobrevivido a un peligroso viaje. El animal fue colocado inicialmente en un estanque cerca del Alcázar de los Reyes Cristianos. Sin embargo, según la leyenda, el caimán escapó y fue encontrado cerca del río Guadalquivir, asustando a los habitantes de la ciudad. Finalmente, fue capturado y muerto, y su cuerpo disecado se conserva como recuerdo de este evento¨

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