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Si paseamos por el centro neurálgico de la ciudad de Córdoba, la Plaza de las Tendillas. A pocos metros dirección este se encuentra la calle Claudio Marcelo (el cual fue cónsul fundador de la Córdoba Romana). Al final de dicha calle tendremos la oportunidad de apreciar el pasado romano de esta ciudad en los restos arqueológicos del templo que se ubicaba en el Foro Provincial de la Colonia Patricia y formaba parte de un Complejo Monumental junto con una plaza porticada en torno al templo, una terraza inferior y bajo esta, uno de los edificios creados para el pueblo, el ludi circenses (el circo romano). Indicar también que la Vía Augusta, la cual iba paralela al circo romano, conexionaba la entrada oriental de la urbe con el Decumanus Maximus (eje de este a oeste). Para la construcción del templo se tuvo que destruir la muralla republicana, quedando su construcción a extramuros.

Las diferentes excavaciones que comenzaron a principio del 1950, junto con las realizadas en Plaza de la Corredera, Calahorra y Alcázar de los Reyes Cristianos. Nos remite a una cronología que corresponde en su gran mayoría a la segunda mitad del siglo I d.C., de Claudio a Domiciano. Las dimensiones de lo que fue el templo de orden corintio:

  •  Hexástilo (seis columnas en su parte frontal)
  • 10 columnas en los laterales
  • 9 metros de alto, estaba ubicado sobre un pódium de 3,5 metros de alto
  • 32 metros de largo y 16 metros de ancho.

Los materiales empleados en su gran mayoría con sillares de arenisca, hormigón y mármol. Con el paso del tiempo a esta zona se le conoció como *Los Marmolejos*

¿Qué función tenía el Templo Romano?

Como sucesor del panteón griego, tenemos el templo romano. Por todos es sabido que los mismos dioses cambian de nombre de una civilización a otra. Los templos romanos, con carácter político-religioso, era donde se realizaban los sacrificios a los dioses. Estaba constituido por un altar (ara) donde se realizaban las celebraciones y la Cella (espacio dedicado a la escultura del dios o diosa, donde solo podía acceder los sacerdotes). La religión politeísta, que arraigó en la cultura romana, veneraba desde la triada capitolina compuesta por Júpiter, Minerva y Juno, pasando por los dioses de la casa y antepasados (lares y penates), hasta al mismo emperador (como fue el caso de Octavio Augusto, el Princeps). Se generaba una relación de bienestar con los dioses, para no sufrir su ira y preservar al estado romano de cualquier mal.

En el caso que nos atañe, y formando parte del Complejo Monumental que mencionábamos anteriormente, no sería extraño que estuviera vinculado con el poder, celebrándose ceremonias y ritos en honor del emperador. Sin lugar a dudas, creando en todos aquellos que accedían a la urbe a través de la Vía Augusta una gran admiración a su llegada a Corduba.

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